Mis Libros

jueves, 12 de marzo de 2009

Liturgia 12:02


Querido psicólogo nunca visitado y estimado ausente de mi vida: Te escribo no para contarte aquello que tú y yo sabemos, hablar de soledades y vacíos sería redundar entre dos lamentablemente solos y abandonados. Tú abriendo las puertas de la percepción a las manías, los hábitos mal encausados y a la inconsciencia de la egolatría de tus pacientes; yo, por mi parte, he dejado la puerta abierta para cada uno de los entes que la pluma y las teclas de la computadora han creado. ¡Sí, dejados!, tú, irreconocible a tus pacientes locos apersonajados, y yo pacientemente olvidado e irreconocible de mis locos personajes. Te lo dije hablar de nosotros era redundar en la ausencia. Y estas líneas no tienen mayor motivo que ser las que te lleven al suicidio, y creeme no intentaré detenerte ni salvar las ideas para hacer un testamento. ¡No! Como libre pensador solicito tu suicidio, paupérrimo vendedor de traumas, agente escrudiñador de la mente y barricada del tren de los desvíos. ¿Quién te has creído para liberar los monstruos ocultos en la psique de tus pacientes? ¿Crees que el mundo es mejor contigo? ¡No te engañes! No lo hagas y sólo muérete, detective de cadáveres exquisitos. Parece que no lo entiendes, cada quien debe fomentar y alimentar sus desvaríos, verlos crecer y de plano, mantenerlos o exterminarlos. ¿No es la variedad la que anima al mundo? ¿Qué sería de ella sin la puta ninfómana, sin el asesino en series, sin el lunático, sin el desviado, el golpeado y el golpeador? ¿Qué sería del mundo sin las tramas encanjadas en el corazón de la locura? ¡Maldito seas, devorador de pecados! ¡Maldito hipócrita! ¿Quién te hace el salvador del mundo? ¿Quién? ¿Yo? Al menos me escudo en la pluma y el papel y experimento con los sin vida de mis fantasías, pero tú, experimentas con los seres vivos entre drogas y soliloquios de taburete. No eres la sombra ya del neurótico y el pesimista, el deseo de la paciente de ligueros y medias negras. No eres el vendolete de la heridas expuestas, de los muertos olvidados y el amargo sabor de la esquizofrenia exquista. ¡Pendejo! Te pido que te mueras: No se puede ser Dios y Diablo. Antes de acabar con tu vida, sólo una venia de tu parte exijo: rompe el estúpido espejo que nunca nos ha permitido olvidarnos.
PD. Es mentira que en el mundo de los locos el cuerdo es el rey. ¡Chíngate!

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