Él abrió el cofre del tesoro, su tesoro, ese que había coleccionado mientras iba viviendo. Por un lado se podían encontrar amaneceres postergados, noches interminables, juegos aceptados, palabras entendidas y aquellas malinterpretadas, erecciones inconclusas y orgasmos inalcanzados, canciones incantadas, deseos, incongruencias e imposibilidades.
En una esquina del baúl, ella cual dulce esbozo de mil primaveras, le dijo con palabras certeras:
- ¿Por qué me has guardado en medio de tantas chingaderas?
Él encendiendo un cigarro, le miró tierno y oscuro, pero siempre lleno de deseo.
- Porque en estas chingaderas está todo lo que me mantiene vivo.
Fotografía añeja del vaso medio lleno o medio vacío de las vertidas opiniones líquidas