Ella que no hablaba, no porque no pudiese, sino porque no quería, se encontró un suspiro cuando abrió los ojos esa mañana. Le pareció maravilloso ver como la luz se refractaba sobre su bello cuerpo saltarín, y le ponía de naranja, de violeta, o de verde.
- ¡Maravilloso! -dijo rompiendo en mil fragmentos su silencio, mientras intentaba rozarlo con sus manos tibias.
El suspiro al escuchar su voz se puso de color rojo, y al sentir su cercanía comenzó a sentir palpitaciones y sudoraciones: ¡estaba nerviosísimo!, tanto que suspiró y desapareció para siempre.
Bucólica parodia del instinto caníbal de sobrevivir a uno mismo
- ¡Maravilloso! -dijo rompiendo en mil fragmentos su silencio, mientras intentaba rozarlo con sus manos tibias.
El suspiro al escuchar su voz se puso de color rojo, y al sentir su cercanía comenzó a sentir palpitaciones y sudoraciones: ¡estaba nerviosísimo!, tanto que suspiró y desapareció para siempre.
Bucólica parodia del instinto caníbal de sobrevivir a uno mismo
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