Se miró en el espejo, reconoció su pelo negro medio lacio y medio chino, sus labios regordetes y su nariz chueca, pero sobre todo sus ojos claros y tristes. Todo le importó poco y salió no sin antes ponerse su mejor sonrisa. Mientras su imagen encerrada en el espejo seguía llorando.
Última pisada sobre el piano, Mercurismo poético y profético de el Show debe continuar, mejor conocido como chingate a seguir viviendo.
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