- ¡Humm!
- ¡AAAH!
- ¡Espera! Despacio, ¡con cuidado!
- ¿Ehh?
- ¡Humm! ¡Más despacio!
- ¡Así está bien! ¿O más despacio?
- ¡Ayy! ¡Mis piernas! ¡No empujes tan duro!
- ¡No seas pesada!
- ¡De ladito, de ladito!
- Es que está super duro.
- Sí, lo siento. ¡Mmmm!
- ¿Lo sientes? Déjalo que resbale un poco, ¡Así, así!
- ¡Viene, viene! ¡Humm!
- ¡Sí, que resbale! ¡Mmmm!
Carlos que escuchaba tras la puerta, dejó caer el ramo de rosas, rompió en llanto, bajó las escaleras y desapareció de su vida.
Después de un golpe en las piernas y un quejido más, Jennifer exclamó:
- ¡Por fin está en su lugar el piano!
Principio errado de las puertas comunicantes.
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