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martes, 29 de diciembre de 2009

Perversión 17


- ¡Eureka! ¡Lo odio todo! - dijo encabronadísimo, mientras se jalaba los cabellos trenzados con ideas grandilocuentes.

Y Nada se cagó de risa.


Primer vericueto transitorio de la estupidez de la intelectualidad.



- ¡Eureka! ¡Lo odio todo! - dijo encabronadísimo, mientras se jalaba los cabellos trenzados con ideas grandilocuentes.

Nada se cagó de risa y se dio cuenta de su propia existencia dentro del todo.


Revancha dominguera y de mala fe del primer vericueto transitorio de la estupidez de la intelectualidad.




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